domingo, 21 de marzo de 2010

Racionalización2

"¡Codicia y amor! ¡Cuán diferentes sentimientos despierta en nosotros cada una de estas palabras y sin embargo, tal vez se trata de un mismo instinto, denominado de dos modos diferentes: denigrado, por una parte, desde el punto de vista de los que poseen ya y en los cuales el instinto de la posesión se ha calmado un tanto que ya temen por sus bienes, glorificado, de otra parte, desde el punto de vista de los no satisfechos, de los ávidos, que le encuentran bueno. Nuestro amor al prójimo, ¿no es un imperioso deseo de una nueva posesión? ¿No sucede lo mismo con nuesto amor a la ciencia y a la verdad, y en general con todo deseo de novedad? Poco a poco nos vamos cansando de lo viejo, de lo que poseemos con seguridad, y de nuevo volvemos a extender las manos. El más hermoso sitio, si llevamos tres meses de residencia en él, no puede estar seguro de nuestra afición; algún lugar lejano excitará nuestros deseos. El objeto de la posesión desmerece por el hecho de ser poseído.
...
Cuando vemos padecer a alguno aprovechamos gustosos la ocasión para apoderarnos de él: esto es lo que da origen al hombre compasivo y caritativo, que llama amor el nuevo deseo de posesión que en él se ha despertado. Pero el amor sexual es el que más claramente se delata como deseo de propiedad. El que ama quiere poseer él solo a la persona amada, aspira a tener poder absoluto sobre alma y cuerpo, quiere ser el único amado, morar en aquella otra alma y dominarla. Si consideramos que esto no significa más que excluír al mundo entero del disfrute de un bien precioso, de una dicha y un deleite; si se consifera que el que ama aspira al empobrecimiento y la privación de todos sus competidores, que pretende ser el dragón de su tesoro, como el más egoísta e indiscreto de los conquistadores y explotadores; si se mira, en fin, que al que ama todo lo demás del mundo le parece indiferente, pálido, sin valor, y que está dispuesto a hacer todos los sacrificios, a alterar toda clase de orden y a relegar a segundo término todos los intereses, sorprenderá que a esta salvaje codicia, esta injusticia del amor sexual, haya sido glorificada y divinizada en todas las épocas, hasta el punto de que de tal amor se haya hecho brotar la idea general del amor en oposición al egoísmo, cuando es aquél precisamente la expresión más natural del egoísmo."

Entonces bien, felizmente floto en la levedad, huyo del peso y creo firmemente en esto que escribe Nietzsche. El único peso que estoy feliz de sentir es el que provoca lo que Friedrich detalla en la última parte de este pasaje:

"Aparece a veces sobre la tierra una especie de continuación del amor en que aquel ávido deseo que experimentan dos personas, una hacia otra, deja lugar a un nuevo deseo, a un ansia nueva, a una sed común, superior, de un ideal colocado por encima de ellos; mas, ¿quién conoce ese amor? ¿quién le ha sentido? Su verdadero nombre es amistad."


*El texto de Nietzsche se llama "Todo lo que llamamos Amor" y está en "El gay saber"

2 comentarios:

  1. fruta :| fuuuuuuuu *golpea la mesa indignado*

    no importa cuanta gente este confundida en esta vida, que un error se vuelva comun no lo transforma en una nueva verdad.

    arrogancia :@

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